Pueblos Blancos
Este año ha sido un antes y un
después en mis rutas vacacionales, me he decidido después de muchos años de
respeto infundado al calor del sur, a dar el paso y recorrer durante 10 días
del mes de agosto la provincia de Cádiz, el sur del sur.
En estas cuatro líneas quiero dar
una pequeña pincelada sobre 5 de los más hermosos pueblos de Andalucía, en concreto haré un pequeño
esbozo de los enclaves humanos que he visitado en esta sierra sureña de
Grazalema, no son todos los pueblos blancos, sólo están los que he visitado, el
resto los dejo para otro año, que seguro disfrutaré, por estas rutas llenas de
belleza e historia.
Pueblos que incluye esta pequeña
ventana al sur: Olvera, Grazalema, Vejer de la frontera, Medina Sidonia y Arcos
de la Frontera.
Olvera
es la puerta de entrada de esta ruta de los pueblos blancos si se viene del
norte. Este pueblo tiene en sus calles
estrechas y empinadas un atractivo singular, en la cima está el castillo árabe
y la iglesia neoclásica de nuestra señora de la Encarnación que desde
sus miradores nos ofrece unas vistas espectaculares de todo el entorno, esto se
repite en todos estos enclaves fronterizos que durante siglos han contemplado
el paso de diferentes pueblos y han servido de “muros de contención” contra
conquistas y reconquistas a lo largo de
la historia. El aceite, las chacinas (embutidos) y las tortas (dulces) son
otros de sus atractivos.
Grazalema
es el pueblo que da nombre a toda la sierra y es uno de los más bellos de la
zona, si hacemos caso de las estadísticas, aquí llueve más que en cualquier otra
localidad de España, yo he de decir que en los días que estuve no cayó ni una gota y las fiestas de Agosto
lucieron bajo un sol espléndido y un cielo diáfano. Grazalema cautiva desde el
primer momento que se logra ver entre las rocas que la flanquean asomada a su
mirador natural.
Sus calles estrechas y sus
paredes blancas invitan a callejear, sus fuentes con cabezas pétreas de origen
visigodo azuzan la imaginación para indagar en su pasado. El cordero, el queso
payoyo y los dulces de cabello de ángel (cubilete) son algunos de los
atractivos gastronómicos que nos deleitaran sin duda. El frío invierno se
sobrellevaba cubriéndose con las mantas de lana que se fabricaban en el pueblo,
hay un museo que nos habla de esta industria.
Vejer de
la Frontera
nos traslada con sus calles empinadas, sus patios, sus
ventanas enrejadas y su castillo, a otra época, es un pueblo hermoso, con
buenos restaurantes y deliciosa gastronomía, esta cerca de una de las zonas de
costa más bellas del litoral andaluz.
Medina
Sidonia, sede de uno de los enclaves ducales con más solera de la península,
fue fundada por los fenicios de Sidón que estuvieron por estas tierras negociando
y extrayendo sus riquezas, después vinieron muchos más.
Los tiestos con flores en sus
ventanas enrejadas que nos acompañan por las calles empinadas hasta el templo Gótico
de Santa María de la Coronada
dan color al blanco inmaculado de las paredes encaladas. En el templo existe
uno de los más bellos retablos renacentistas de Andalucía, y la subida a la torre
vale la pena pues se contempla todo el pueblo y la comarca a vista de pájaro.
Los dulces de sus pastelerías y los que elaboran las monjas del convento bien
valen un buen mordisco.
Arcos de
la frontera es un pueblo con un núcleo medieval colgado al borde de un
tajo y cuenta con un entorno
privilegiado que gracias al Guadalete y la presa de Arcos, forman un paisaje
bucólico que nos traslada a otras latitudes peninsulares. Cuenta con bellas
iglesias, castillo, miradores de vértigo y una gastronomía que aglutina lo
mejor de la comarca.
Este viaje a Andalucía ha valido
la pena, por sus gentes, sus paisajes, su gastronomía, su historia, su cultura
y sobre todo por las cervecitas bien pero bien fresquitas que nos esperaban
después de cada jornada…
JuanMa
Gómez Bolívar
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