Cascabel
Entre el
tumulto de risas, gritos, susurros y envueltos en la melodía de un viejo vals,
dos seres “desconocidos” empiezan un diálogo. Aunque bailaban a los sones del
vals, sus mentes estaban conectadas entre sí, sus pensamientos eran del uno
para el otro, estancos al exterior; sólo existían ellos y su “dialogo”…
-Eres una
criatura increíble, ¿Cómo te has acercado a mí?
-No sé,
la verdad es que hace tiempo que sigo tu vida, ¡Y tú sin darte cuenta!
-¡?!
-Sí, me
acuerdo de cuando tu ibas a tercero, yo en aquella época era una loca, no sabía
lo que quería, y a ti te veía tan serio; ¡me dabas miedo!
-¿Miedo?
Me habían dicho feo muchas veces, pero nunca que daba miedo.
-Te veía
muy grande, me sentía sumamente pequeña ante ti. Todavía me acuerdo del lío de
las bebidas en la fiesta de carnaval del 81 en el insti.
-Ya
recuerdo, tú eras del grupito que después de las fiestas hacia desaparecer las
bebidas; ¡Me llevabais loco! Y tú sobre todo, no levantabas ni un palmo del
suelo y te veía como un cascabel pequeñito, siempre jugando y haciendo ruido.
El vals
se había terminado y se pasó a la música salsa. No importaba, ellos seguían en
su mundo, y sus mentes, lejos de toda la gente que los rodeaba. De pronto ella
le dio un beso y le pregunto algo al oído, la música desapareció de sus oídos
nuevamente.
-No creí
que fueras tan simpático, hasta hace poco te tenía demasiado respeto, me
acuerdo, hace más o menos un mes, que estabas jugando con una chica a los
dardos, en aquel momento, entre yo, y fui a saludar a tu hermano que estaba
sentado cerca de donde estabas jugando, por si no lo sabías conozco a tu
hermano, al lado había un vaso de vodka con naranja y empecé a beber de él. Tu
hermano, con la mayor indiferencia me dijo que el vaso no era suyo, y claro, le
pregunté de quién era dicho “néctar”. Al contestarme que era tuyo me tembló el
pulso y falto poco para que se cayera al suelo.
-¡Vaya a
lo mejor el “ogro malo” te iba a comer! Hablando de otra cosa, ¿sabes que estoy
en la "mili"?
-Si lo
sé, lo que no se es el tiempo que llevas.
-Lo que
llevo importa poco, lo más importante es lo que me queda, jajaja. Y me quedan
todavía ¡8 meses!
-De todas
maneras 8 meses son fáciles de soportar, sobre todo para mí.
-¿Qué has
dicho “cascabel”?
-Nada,
nada.
-Mañana
tengo que regresar al cuartel.
-Si, no
nos queda demasiado tiempo para estar juntos, al menos me podías pedir para
salir aunque sólo fueran unas horas.
-Has
bebido mucho durante la fiesta ¿No?
-No, sólo
un poquito.
-Vamos a
buscar a la gente, sobre todo a mi hermano pequeño.
-Vale.
-No hay
nadie, la verdad es que es demasiado tarde, se habrán ido sin decir nada los
muy alcahuetes. Bien vamos a dormir, la cama nos espera; a cada uno la suya,
por desgracia.
-Llámame
mañana.
-¿A la
una te parece bien?
-No,
mejor a las doce.
Al día
siguiente, nuestro personaje se encontraba durmiendo la “borrachera” del día
anterior, y no se acordaba ni por casualidad que tenía que llamar a su pequeño
“cascabel”.
A eso de
las doce y cuarto, su madre entró en la habitación…
-Oye,
despierta gandul, que ya son las doce y cuarto y está aquí tu abuela para
verte.
-¡Las
doce y cuarto! Mama, sal un momento que tengo que llamar por teléfono, ahora
voy a ver a la yaya.
Después
de llamar por teléfono a su acompañante de la noche anterior, se vistió
precipitadamente, cogió la cartera y las llaves del coche, dio un beso a la
yaya y se despidió.
A la una
y cuarto del mediodía, se encontraron de nuevo, él estaba acompañado de unos
amigos y a ella le dio un poco de corte acercarse a él, nuestro personaje se levantó a saludarla.
-Hola
¿Cómo estás?
-Más o
menos bien, estaba tomándome un vermut con los amigos.
-Perdona
por el retraso.
-Estas
perdonada, ¿vamos a buscar el coche?
-Bueno,
pero no me queda mucho tiempo, a las dos y cuarto tengo que estar en casa.
-Yo
también, tenemos invitados en casa.
A los
diez minutos estaban en el pueblo vecino…
-Este
monasterio es románico, data del siglo IX.
-Sí, ¿te
has fijado en el gran rosetón central?
-La
semana que viene tenemos que hacer un trabajo sobre este monasterio.
-¡Quién
pudiera! Ahora con el “rollo” de la "mili" estoy atado de pies y manos.
-Oye, ya
son las dos y cinco, más vale que vayamos a coger el coche.
-Vamos,
pero antes me tienes que dar una foto tuya, los días se hacen eternos entre
cuatro paredes y al menos podré contemplar algo bello para variar.
-De
acuerdo, pero a cambio tú me escribirás primero.
Es ya
tarde y los dos protagonistas marchan hacía sus casas a la búsqueda de los
manjares preparados por sus madres.
Por el
camino, él le pide a la chica que le acompañe por la tarde al autobús que lo
llevará de vuelta a sus “obligaciones” militares, y esta acepta.
Después
de un largo viaje…
-¡Diana,
Diana, buenos días!
Suenan
los graznidos del cabo control, y nuestro “Popeye” soñador se despierta.
Efectivamente,
hace más de dos meses, que no va por casa y claro, su subconsciente tiene que
inventar bellas historias que le hagan recordar su lejano hogar.
A la una
del mediodía, cuando se reparte el correo en el cuartel, nuestro “Popeye”
protagonista ni tan solo se molesta en ir a ver, lleva muchos meses sin recibir
una sola carta y por supuesto hoy no va a ser un día especial. Pero ¡oh!
Sorpresa, cuando se disponía a estirarse en la litera para intentar dormir un
poco, un compañero le alargó una carta; miró rápidamente el remite y vio que
sólo ponía…”Cascabel”…
JuanMa Gómez Bolívar
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